#ConArteVino Miguel Llopart

Continuando con el ciclo 
CON ARTE VINO
Maíz Producciones y Museo del Vino 
le invitan a la inauguración de la exposición del artista 
MIGUEL LLOPART

Miércoles 30 de Agosto – 18.30hs 
Museo del Vino Maldonado 1150
Agradecemos su asistencia

Exposición abierta del 30 de agosto al 30 de setiembre de 2017, de lunes a viernes de 13 a 18hs. y de miércoles a sábado de 21 a 24hs

Discípulo de Álvaro Amengual.
Dice su maestro de él:

El domesticador del tiempo

Hay mucha gente que pinta, pocos pintores y menos artistas, estas tres instancias podrían ser definidas de la siguiente manera: la primera, como pasatiempo o terapia (que no es poca cosa), la segunda, como dominio del oficio y la tercera, como fundación de un mundo. 
Miguel Llopart desde hace algunos años transita por la tercera instancia.
Reacio a los vanos oropeles no ha tenido la pulsión apresurada de mostrar su obra y esto es uno de los rasgos más desconcertantes y admirables de su personalidad: el tiempo dilatado.
Baltazar Balthus decía “Hay que domesticar el tiempo” y lo sugería no sólo para la pintura sino para la vida misma. Tal vez Llopart no conozca esta sentencia de Balthus, pero es uno sus grandes seguidores.
La pintura de Miguel Llopart tiene tiempo acumulado, dilatado, sereno, y esto se nota al contemplar sus imágenes, que escapan a la vertiginosa histeria en la que vivimos.
Lo he visto pintando sus barrocas y complejas composiciones con una paz y un esmero que harían salirse de sus cabales a un monje budista.
Los serenos años de trabajo lo han llevado con la mayor naturalidad a un mundo también sin tiempo.
Espacios arquitectónicos que tuvieron su esplendor y su posterior abandono.
No hay un sentimiento trágico en estas pinturas, sino una elegíaca visión poética.
Estas casas señoriales (en su mayoría), invitan al espectador a transitarlas con curiosidad y a la vez prudencia, hay al observarlas un sentimiento de dulce acecho.
Hay en Llopart un refinado oficio de pintor. Un centímetro cuadrado podría ser un cuadro independiente, los matices y los tonos cambian constantemente creando superficies que invitan al espectador a recorrerlas como fueron concebidas, con ojo detenido.
El dominio del oficio de pintor es algo ciertamente encomiable, pero al igual que en literatura no alcanza con dominar la gramática y la sintaxis para ser un buen escritor.
La gramática visual es ardua en su aprendizaje y lleva toda una vida, pero hay un momento en que el pintor se siente seguro de poder expresar sus pensamientos y emociones a través de la pintura, he aquí la posible instancia de fundar un mundo.
¿Pero qué nos quiere comunicar Miguel Llopart con sus imágenes? 
Llegado a este punto pienso en la sentencia de Theophile Gautier “El hombre habita en el mundo y un mundo habita en el hombre”.
Está disociación entre el mundo material y el espiritual es aún más desconcertante para la serena y estable personalidad de Llopart.
A primera vista parece la obra de un trágico, pero al ahondar detenidamente en ese derrumbado paisaje, prima la nostalgia, a la tragedia.
Y es así, que gracias a una finísima sensibilidad para manejar el oficio de pintor es que sus imágenes que podrían ser perturbadoras, las transforma en un espacio de sosiego y de hondo disfrute visual.
El tiempo se ha detenido en sus pinturas y las casas que también tienen alma están en paz y con un nuevo esplendor que les ha dado el domesticador del tiempo.

Álvaro Amengual
Agosto de 2017